miércoles, 10 de abril de 2013

Prohiban mas libros!!!





Voy a admitir algo, yo juzgo a los libros por la portada y no me refiero metafóricamente, sino literalmente, en la literatura, si no me gusta la tapa de un libro, no lo leo… no solo la tapa, sino también el nombre del libro, el nombre del escritor o (en el caso de que en el libro salga una foto del autor) la cara de la persona que lo escribió. Pensaran que soy un boludo bárbaro, que una cosa no tiene nada que ver con la otra y si ya lo sé, pero así soy yo y no me importa lo que digan.


Hay excepciones a esto, por ejemplo, si alguien me recomienda un libro acepto la recomendación, o si alguien mucha gente habla del libro también lo leo como para no quedar afuera, o en el caso de que se filme una película inspirada en el libro y sea muy famosa leo el libro antes de ver la película como para hacerme el hipster y decir “esa salió de un libro” o cosas así, pero hay un motivo por el cual me dan muchísimas más ganas de leer un libro que jamás me intereso, puede sonar caprichoso, pero es que prohíban el libro.

Y voy a contar una anécdota, cuando tenía 12 o 13 años, dentro de mi familia se volvió muy famoso un libro. Mi padre lo leyó, le dijo a mi madre que estaba muy bueno el libro, por su puesto mi vieja también lo leyó, se lo recomendó a mi tía y ella a su marido y después lo leyeron casi todos los adultos en mi familia.


El libro jamás me llamo la atención, en lo mas mínimo y jamas lo hubiese leido, una pintura de Eva sosteniendo una manzana ilustraba la tapa cosa que no me gustaba porque parecía viejo, y el nombre me sonaba a “El Alquimista” de Paulo Coelho que jamás me gusto y el nombre del autor tampoco me decía nada y para colmo era difícil de pronunciar y ni hablar de la cara del tipo, tenía pinta de peluquero. Que sabrán los peluqueros de escribir libros pensé.


Por curiosidad, el hecho de que a todos les gustara tanto hiso que le empezara a dar bola, le pregunte a mi madre de que se trataba el libro. Como es costumbre en los padres mi vieja no me respondió la pregunta si no que me dijo otra cosa: “ese libro no es para vos, todavía sos muy chico” a lo que yo interprete como “te prohíbo que leas eso” que en mi inconsciente se tradujo como “cuando nadie te vea sácalo del estante y leelo a escondidas”.


Y leer un libro a escondidas no es lo mismo que leerlo así nomas como quien no quiere la cosa. Cuando uno lee un libro que se lo prohibieron más que leer la historia uno hace un trabajo detectivesco. Trata de encontrar de entre las páginas eso que los demás no quieren que sepas, le prestas mayor atención, tal vez hasta le das bola a cosas que se te hubieran pasado por alto.


¿Es la temática sexual del libro lo que mi madre no quiere que sepa? ¿Quizás es que no quiere que vea el lado oscuro de la iglesia cuando está tratando de formar una familia cristiana? ¿O tal vez es el claro desprecio hacia las mujeres que el autor expresa lo que mi vieja no quiere que adopte como comportamiento?  ¿O es que quizás son las palabras raras que no conozco las que no quiere que aprenda? ¿O que? ¿Que hay ahí dentro?

El ojo crítico se vuelve maestro y sacamos cada palabra, cada oración, cada capítulo, y lo leemos una vez, dos, tres… diez veces tratando de encontrar eso que los demás no quieren que encontremos dentro de ese mundo de papel y tinta.


Y yo pensaba que era cosa mía, ese espíritu de punk que no acepta que me digan que hacer y que no lo que me llevo a sacar el libro a escondidas. Pero después de hablar con gente, y de ver entrevistas a famosos escritores que admiro, me doy cuenta de que esto no es solo mío si no de muchos. 


Hace poco volví a leer “El Anatomista” por Federico Andahazi y la verdad que bajo bastantes escalones en la lista de libros favoritos. Pero no en la de los libros que me cambiaron el bocho. Me hiso darme cuenta que en los libros hay muchísimo más que historias o cuentos. Hay algo mas dentro de cualquier libro que tal vez nos puede cambiar para siempre y que tal vez no sabríamos que esta hasta que alguien nos lo haga saber con frases del estilo “Sos muy chico para leerlo”, “Dame ese libro que no es para vos”, o escondiéndolo, o prohibiéndolo a través de leyes… Por eso cada vez que veo algo parecido a alguna prohibición de la literatura sonrío… a alguien le está por salir el tiro por la culata.

sábado, 29 de diciembre de 2012

No va en desmedro




Estaba pensando en el teorema del mono infinito, para los que no lo conocen el teorema dice que si tenemos una habitación (gigante diría yo) llena con un número infinito de monos y cada mono con su máquina de escribir Olivetti (o quizás otra marca, esa es la que tenía yo), cada uno pulsando teclas aleatoriamente y bien al azar, por cuestiones de probabilidad y estadística alguno de esos monos va a escribir alguna obra de William Shakespeare. Espero que sea Otelo, me cae bien el negrito...

En realidad esa no es la versión original si no la más famosa, yo estaba pensando en la original, la que dice que hay un solo mono, con una sola maquina (lo que eliminaría problemas inmobiliarios y costos de las maquinas) pero que el mono vive para siempre, es decir que es infinito como lo dice el titulo del teorema. Tarde o temprano ese monito, que cariñosamente vamos a llamar Willy (por Shakespeare no por la ballena) va a terminar escribiendo en su máquina de escribir (asumimos que la tinta también es infinita) cualquier libro de la biblioteca nacional de Francia.

Y aquí mi mayor punto de reflexión, Willy va a escribir una cantidad estúpida de cosas sin sentido, no solo palabras al azar que no tienen relación una con la otra, si no que va a escribir un montón de "masdurgo asgfjhr otymkwoif ajtum aine kugen" y hasta me parece que puse demasiados espacios entre medio de letras tocadas al azar. Pero en algún momento, si tenemos la suficiente paciencia aparecerá, entre las hojas tamaño A4 escritas a máquina con las letras borrosas del uso, ante nosotros una obra maestra de la literatura como podría ser "Grandes esperanzas" de Charles Dickens, o "Guerra y paz" de Tolstoi, o "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" de este loco que tenía una sola mano.

Y acá se me vino todo el mundo abajo, porque imagine a muchos libros que me gustan demasiado escritos por un mono, un simple mono que lo único que hace es apretar teclas (también me lo imagino tomando café y fumando cigarrillos) porque solo eso le enseñaron, sin tener el menor apego o sentimiento por lo que escribe... y me imagine a Ray Bradbury, o George Orwell o C.S Lewis escribiendo palabras al azar sin el mas mínimo cariño por lo que escriben, escriben porque es lo único que saben hacer y escupen palabras sobre una hoja porque es la mejor manera de pasar el tiempo. Solo por eso, sin la menor intención de crear un libro o una historia, tal como lo hace Willy.

Y en este punto de mi divague racionalista es que se me levanto un poco el ánimo, porque la verdad, a mi poco me importa si Lewis Carroll escribió "Alicia en el país de las Maravillas" porque tenía una historia que contar o porque no tenía otra cosa que hacer. Poco me importa si el quería escribir un libro por el placer de escribir o lo hacía solo por la mosca (Léase dinero), o como dicen las malas lenguas, porque estaba enamorado de una nena que se llamaba Alicia y el muy degenerado se la quería levantar. Lo importante es que el libro esta, y que es genial.

Entonces si entre el tecleo azaroso de Willy sale una obra magnífica, la más grande de la literatura mundial de todos los tiempos. No importa si el mono no sabía lo que estaba haciendo, ni siquiera lo entendía o si no sabía si había empezado o terminado esa obra. Lo importante es que le obra aparezca y que pueda ser leída.

Quien sabe a lo mejor Cortázar era un salamín con pan que no tenía dos dedos de frente y que escribió tantas cosas y tantas cosas en su vida hasta que apareció en sus manos Rayuela, y nosotros los muy ingenuos pensando que el tipo es lo más grande que dio la literatura argentina.

Quizás fue esa línea de razonamiento lo que me llevo a escribir esto hoy cuando no tenía nada más productivo que hacer. Quizás entre todas las boludeces que escribo, por esas cuestiones de la probabilidad y la estadística termino escribiendo alguna obra maestra. Y quizás por eso es que no creo más en la famosa frase que "la cantidad va en desmedro de la calidad", si escribimos muchas cosas, tarde o temprano vamos a sacar una genialidad de la galera. Es decir, tarde o temprano no, a lo mejor a algunos nos llega la hora de partir antes de que los dioses de la estadística nos sonrían, o quizás nos sonríen demasiadas veces y terminamos en la historia de la literatura universal.

Quién sabe, a lo mejor, este texto, en un montón de años termina siendo alabado por un millones y millones de lectores y la escribió un boludo que estaba aburrido porque se le corto internet. El tiempo dirá si hay que bordear a speedy o agradecerle, yo por las dudas lo ahora lo bardeo.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Una historia real

Recuerdo que hace un par de años me sucedio un hecho extraoridinario, algo no corriente cuando visitaba a un viejo amigo.


Nos encontrabamos tomando un fernet con coca en una calurosa tarde de verano, cuando me empezo a contar historias fantasiosas que sucedian por esos lados...


 


Fuera de que fuera cierto o de que fuese a creerlo o no la charla siguio muy amenamente, y por desgracia no pudimos ver que esa criatura se acercaba...


 


y desgraciadamente fue muy tarde cuando por fin pude advertir que aquel muñeco maldito atacaba a mi amigo con un cuchillo en sus manos... 
 


 

trate de ayudarlo pero fue en vano, grite en busca de ayuda pero tampoco fue muy util... 
 



 

ya lo creia todo perdido... 

 
 
solo me quedaba ver como mi amigo fallecia en las manos de aquel muñeco atroz 

 
 

fue en ese momento cuando recorde lo que mi amigo me habia estado comentando, una vieja leyenda sobre una pava magica, y cuando mire hacia donde el me habia señalado la pude ver... 
 



 

la tome, no con la intencion de obtener poderes de ella ni mucho menos, era lo mas parecido a un arma con lo que podia contar en ese momento, pero algo que no me esperaba sucedio, desde andentro de la pava comenzo a salir un humo raro, yo diria que parecia saumerio por el relajante aroma que tenia...


 
pero tenia que darme prisa, el muñeco malvado ya le habia bajado los pantalones a mi amigo y estaba empezando una funcion digna de una carcel llena de depravados...

 
y ese momento fue el hecho mas extraño y bizarro de mi vida, del interior de la pava salio un hombre de extrañas vestimentas y aspecto malumorado...

 
parecia que habia estado encerrado mucho tiempo, porque salio con mucha torpeza de la pava...

 
mientras tanto, el feroz juguete seguia atacando a mi amigo tratando de herirlo de alguna manera, pero el lograba escapar, pero quien sabe cuando tiempo duraria... 
 



 

con desesperacion le explique al extraño hombre que necesitaba ayuda para vencer al muñeco, que solo no podia, pero ya que eramos 2 nos resultaria mas facil... 

 

 

a lo que me respondio con un acento casi vulgar "No te hagas drama hermano, dejame a mi, vos fuma..."...



 

"ehhhh wachin!!! te la das de gato gil, veni que te rompo todo lo que se llama boca a patadas"... 
 



 

y se avalanzo sobre el muñeco, y en el justo momento porque su cuchillo ya estaba a punto de cortar la garganta de mi amigo... 

 

 

usando tecnicas que parecian sacadas de un libro de artes marciales, el extraño hombre golpeo al muñeco en la cara... 
 

 
lo tomo del cuello mientras alejaba al hombre en peligro con la otra mano... 

 

lo golpeo y lo golpeo y lo golpeo... 

 


y con todas sus fuerzas lo lanzo por los aires...



 
 

pero el muñeco no fue muy lejos, solo se quedo enganchado sin poder bajarse de la pared...


 
pero para asegurarse de que nunca mas volveria a intentar lastimar a alguien el hombre de extrañas vestimentas y acento vulgar le dijo "si te hace' el loco y te anima' a bajar de ahi, te bua' llenar la cabeza a corchazo, entendiste gil???"... 
 


 

"listo chabone, el cabeza de tuerca ese no va a joder ma'"...


 
y agradecidos con el extraño hombre lo invitamos a tomar con nosotros unos fernets...

 
aunque no estando acostumbrado a tomar, llego a un estado de ebriedad temprana haciendo desastres en el lugar, gritanto vulgaridades a las chicas que pasaban y orinando en el medio de la calle...pero esa, ya es otra historia...

lunes, 10 de diciembre de 2012

En el breve espacio de una mano



“Narra la leyenda que un viejo mago oriental perdió su brazo derecho en plena fama, sufrió mucho, con el había deleitado a miles y miles de chicos… y grandes. Un día maldijo a los dioses del azar y fue condenado… fue condenado a vivir en una mazmorra que solo podía abrirse con su mano derecha. Pasó años muy crueles. Pero un día, imprevistamente se abrió la puerta, salió llorando de alegría pensando que por fin había sido perdonado… pero quedo paralizado… del picaporte de la puerta colgaba ahí su mano.


Desde esos indesterrables recuerdos del pasado ella, su mano perdido, había venido a rescatarlo…”




Pónganse cómodos, acérquense al fuego, que les voy a contar una historia, la historia de un mago, quizás el único mago que aun viva, un mago de antaño, de esos que repiten palabras mágicas para realizar sus trucos a pesar de que ya se perdió esa costumbre… o quizás, como ya lo dije antes, los demás no son magos.


La magia como tal no existe desde hace mucho tiempo, cuando en la tierra todavía caminaban dragones, unicornios, brujas y hechiceros, cuando los más nobles caballeros realizaban los viajes más extraordinarios para rescatar a doncellas en peligro o salvar a su reino de malvados villanos. Y una vez que esa magia se perdió solo quedo en nosotros gracias a los relatos de William Morris, Lord Dunsany, J.R.R. Tolkien o similares.


Hasta que nació en nuestra era un nuevo hechicero, uno que con sus palabras mágicas podía modificar la percepción y trasladarnos de nuevo hacia esos tiempos lejanos de espada y hechicería para poder admirar aun más sus poderes y para demostrarnos que la magia de este mundo todavía no se pierde y que él solo necesita seis palabras para conseguirlo.


Los “magos” actuales tienen tres reglas fundamentales e inquebrantables para mantener la ilusión en las personas. La primera y principal es no revelar en absoluto el secreto de un truco, la segunda es jamás repetir el mismo truco en la misma sesión de ilusionismo y la tercera nunca realizar un truco en público del que no se tiene total maestría. Y los motivos son simples, si uno realiza un truco sin dominarlo a la perfección puede cometer un error y develar un secreto, o si uno repite un mismo truco dos veces seguidas se deja de ver la ilusión y se empieza a mirar con otros ojos tratando de descubrir la trampa en el acto. En cualquiera de los tres casos el “hechizo” del ilusionista se pierde al igual que la magia.


Y apareció el, con un defecto físico mayor, que a cualquiera hubiese vencido, pero no a él, porque como en los cuentos épicos los héroes no se vencen tan fácil. Se sobreponen a las dificultades más adversas y logran así vencer a grandes monstruos, dragones u ogros. Y él como todo mago de gran poder, con el solo movimiento de una mano y repitiendo siempre sus palabras mágicas, siempre sus mismas y únicas palabras, logro vencer al ogro que le quito su mano derecha, como para que su epopeya sea más grande aun.


Porque el rompió la segunda regla y realizo dos, tres, cuatro, y hasta cinco veces el mismo truco en menos de diez minutos, y no solo eso sino que cada vez que lo repetía lo hacía a menor velocidad que la vez anterior, y para colmo lo hacía con una sola mano y puso el mundo del ilusionismo patas para arriba y revolucionó todo lo que se conocía. O tal vez para él no se aplica esa regla, porque él no es un ilusionista. Tal vez por no ser un ilusionista es que necesita de sus palabras para que la magia aparezca o desaparezca a su gusto y placer. O quizás, como ya dije antes… él es el único mago real y verdadero que queda en pie.


Sus batallas se dieron a conocer en los reinos más lejanos y todos los hechiceros se querían batir a duelo con él, pero nadie estaba a su altura, había uno que hacía desaparecer gigantes estatuas o atravesar muros de piedra de varios metros de ancho pero no lo podía repetir más lento y solo le quedaba admirarlo. Luego había un dúo de magos que repetían trucos antiguos pero los mejoraban de manera sublime tal y como el gran mago hace, pero eran dos y de a uno no funcionaban tan bien y de nuevo solo quedaba aplaudir al mago lisiado. Después apareció otro mago mas, quizá el más grande que se conozca, un hombre bajito con apellido de los reinos mediterráneos, pero su ego lo venció antes de que pudieran cruzarse. Y solo quedo el de pie ante todos los demás pero no lo reconoce porque todavía tiene alma de niño a pesar de ser una persona muy sabia… o tiene alma de niño porque es una persona muy sabia.


Y si me dan a elegir entre todos sus trucos y hechizos cual es mi preferido, no lo pienso dos veces, su más grande habilidad es la de con unas simples palabras convertir a adultos y ancianos en niños de vuelta para que se maravillen con su poder.


Porque después de tanto tiempo, de caer tantas veces bajo el mismo hechizo una y otra vez todavía no puedo librarme y vuelvo a caer encantado, vuelvo a creer en la magia, y que no son trucos y engaños lo que veo, sino magia real y verdadera como la de Merlín. Todavía caigo en ese hechizo de que todo lo que está mal se desvanece con unas simples palabras… Cuando el repite sus seis palabras mágicas “No se puede hacer más lento” yo vuelvo a ser un niño otra vez.


 NOTA: El fragmento con el que empeze el ensayo esta sacado de la obra "Contrapunto entre ambas manos" del Maestro René Lavand escrita por Rolando Chirico.